La Verdad os hará libres

Una educación adecuada debe priorizar la ética y los valores por encima de lo académico con fines de mejorar la sociedad.

Ramiro Alarcón Flor

8/26/20253 min read

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¡VALORES!

La verdad os hará libres---

Hace muchos años atrás, una tribu africana había normado una prueba para pertenecer oficialmente a su comunidad. Los jóvenes varones, que cumplían 18 años, no eran considerados “ciudadanos” sin antes aprobar dicha prueba compleja, en la que se jugaban parte de su dignidad y prestigio. El reto consistía en que el aspirante debía internarse en la selva africana, sin llevar absolutamente nada, ir solo, y debía dejarse ver por un león, por una serpiente pitón y por un elefante. Tenía siete días para cumplir el desafío; luego de eso debía rendir su informe al jefe de la Tribu. Era todo.

Con una mirada profunda y segura, el joven africano de nuestra historia, se presentó al Jefe de la Tribu para recibir las indicaciones. Dio un abrazo a su madre y un apretón de manos a su padre, seguido de un “no defraudaré a la familia”. Miró con aplomo al Jefe de la Tribu y cuando éste dio la señal, se internó en la selva, junto con otros jóvenes llenos de esperanza por cumplir el reto y ser considerados parte de aquella comunidad. Nuestro chico sabía dónde estaban las manadas de leones, decidió ir primero por ellos. Esperó la noche y, desde un árbol los divisó perfectamente, luego comprobó que el león también lo miraba y que afortunadamente no quería atacarlo. Su corazón latió de alegría. Había pasado el primer escollo.

A la mañana siguiente, con la autoestima elevada, fue hacia los pantanos en búsqueda de la serpiente pitón. Con pasos lentos y firmes se internó en sus dominios hasta que pudo mirar aquellos ojos amarillos atigrados que, junto a una lengua enorme y larga, lo recibieron sin hacerle daño. Pasó la segunda prueba.

EL chico estaba feliz. Para él ya prácticamente había superado el reto. “Los elefantes no te atacan si no les atacas” -se dijo. Esto hay que celebrarlo. Y pasó el resto de aquella tarde cantando, esperando el siguiente día para ir a buscarlos.

Así lo hizo, pero ese tercer día, a pesar que buscó elefantes, no los halló. El cuarto día fue igual. El quinto comenzó a flaquear su espíritu porque no había elefantes en toda la comarca. Empezó a sentir un hambre atroz y su alma masticaba la amargura. Para el sexto día casi ya no pudo caminar. Al fin decidió regresar a la tribu derrotado.

Cuando se presentó al Jefe de la Tribu, el chico lloraba. Mientras daba su informe las lágrimas se derramaban por su juvenil rostro. “No encontré elefantes” –dijo. Lo siento. Perdón.

El Jefe, al escucharlo, se levantó. Una mirada llena de luz iluminaba sus ojos. Abrazó al chico y le dijo: “Claro que no había elefantes; logramos sacarlos de nuestra comarca esta semana para la prueba”. El joven se quedó lívido, el Jefe continuó: “la prueba no era ver animales, la prueba era decir la verdad”. Y abrazándolo como un padre concluyó: “este día nuestra Comunidad se congratula porque tú te gradúas de hombre. El grado más alto al que pueda aspirar una criatura. Y lo haces porque sólo los hombres auténticos son capaces de decir la verdad. Bienvenido”.

Esta historia le escuché a Carlos G Vallés, un jesuita, hace muchos años. Sólo la ética te edifica como hombre. Mucho antes aún, el Carpintero de Nazaret gritaba: “la verdad os hará libres”.

La educación que prioriza las matemáticas, la física o la historia, por encima de la ética, la honestidad, la probidad y la autoestima es una educación mutilada, incompleta. Una educación sana debe subordinar la ciencia a la ética. No queremos ingenieros o doctores, queremos seres humanos con valores, con integridad, que busquen el bien común y hagan de la verdad su norma de vida. Estamos hartos de genios autócratas que nunca aprendieron a saludar, a pedir las cosas con amabilidad y que son capaces de negociar principios. No. La ciencia sin conciencia es más peligrosa que la ignorancia. La educación debe centrase en valores, especialmente en la honestidad, o debe dejar de llamarse educación.